viernes, 16 de julio de 2010

¿Integración o autodeterminación mapuche? dos realidades para un territorio.

La novena región de la Araucanía es un lugar de Chile que arrastra un contenido histórico a lo largo de varios siglos; el “choque” de dos culturas y cosmovisiones distintas en un territorio sin valides jurisdiccional para ambas culturas. De esta forma nace el llamado “conflicto mapuche”, contraste entre la modernidad occidental de Chile y las raíces de uno de los pueblos originarios más antiguos del país y Latinoamérica, el pueblo mapuche.



El pueblo mapuche ha defendido su identidad por varios siglos, estableciendo diálogos con otras culturas, diálogos marcados por sangre o por el buen entendimiento entre ambos bandos, diálogos con imperios (Inca), colonias (española), y estados (Chile y Argentina). A través de estos diálogos han establecido su autonomía como pueblo con raíces propias, costumbres y formas de vida distintas al resto de los habitantes del territorio que hoy llamamos Chile, manteniendo su cosmovisión e instituciones.

Parlamento de Tapihue concluye con “territorio ancestral mapuche”

El territorio ocupado por

El territorio ocupado por el pueblo mapuche antes de la llegada de los españoles era extenso (33millones hectáreas de tierra), lo que cambió después de la guerra de Arauco, enfrentamiento de tipo militar que da como resultado la autodeterminación de las comunidades mapuche al sur del rió Bio-Bio en lo que antiguamente se conocía como araucania (VIII, IX, X región.)


La autodeterminación de las comunidades mapuche en la araucania vino a través de una serie de parlamentos y tratados realizados entre españoles y mapuches, desde el siglo XVII (parlamento de Quilin 1641)en donde se relacionaron políticamente en la zona: El parlamento de Tapihue (1774) ratifica el reconocimiento de la colonia española hacia el pueblo mapuche “autónomo e independiente al sur del rió Bio-Bio”, cuenta el antropólogo Roberto morales.

El carácter y status legal de estos acuerdos es considerado por la ONU como tratados internacionales entre naciones soberanas.

Posterior a los tratados mencionados, las comunidades mapuche pasaron a ocupar 10 millones hectáreas de tierra hacia el siglo XIX, lo que modifico su estructura organizativa relacionada con la ocupación, distribución y uso de tierras y/o territorios por parte del mapuche, que en ningún caso era de propiedad, sino que un usufructo comunitario de los recursos en ella existentes.

Su estructura organizativa, en constante relación con la tierra, cambiará de forma radical con la creación y llegada del estado chileno al territorio mapuche y la fundación de ciudades que rompen con la forma de vida en comunidad del pueblo mapuche.

Guerra en la araucania: pacificación “chilensis” y modernización del territorio “ancestral mapuche”

Desde la creación de la republica chilena y ocupación del territorio mapuche se “crea un contraste cultural y visiones distintas del mundo en un mismo territorio “apunta el profesor de Historia Cristian Gonzáles, refiriéndose a que es en éste momento cuando se forma el conflicto, al “pasar por encima de la nación mapuche, con formas de vida, características políticas, autoridades y organización distinta y no respetando la ya existente”.


Con el decreto de igualdad jurídica creado en 1819 por Bernardo O’higgins el estado chileno omite las característica que consideran a los mapuches como pueblo, el status legal de sus territorios y derechos de jurisdicción ante la sociedad chilena, los cuales irán perdiendo cada vez más con la dictación de nuevas leyes que indirectamente declararán fiscales las tierras mapuches en la Araucania.

Lo que trajo consigo la “pacificación de la araucania”en 1881 fue la reducción del territorio Mapuche, tras un manto de legalidad impuesto por las armas.
Dando paso a la radicación de los indígenas mediante la entrega de títulos de merced que validan legalmente estas reducciones de terrenos que ahora son del estado chileno, dando comienzo de esta forma a la creación de nuevas ciudades: Lebu, Angol y Mulchen en el primer año, y al año siguiente Temuco, Lautaro, Nueva Imperial, Carahue y Villarrica.

Se da una nueva distribución de las tierras que ocupaban las comunidades mapuche, implantando la nueva jurisdicción “chilensis” en esas tierras, tierras que desde ahora pasarán en gran mayoría a manos de colonos extranjeros y hacendados que les dan un uso “productivo” a estas tierras, y de paso se inserta en el mapuche la condición de "propiedad privada" con los títulos de merced que dejan a las comunidades mapuche con 525 mil hectáreas (de las 10 millones que ocupaban antes),


Con la redistribución de los terrenos históricamente ocupados por los mapuches, vemos que se les sedentariza económicamente, lo que produjo un cambio en su economía (agrícola-ganadera a solo agrícola) y la casi total omisión de sus características como pueblo, “las cuales estan plenamente conectadas con la tierra”, según cuenta Roberto Morales.

El “integracionismo” indígena.



El conflicto territorial en la araucania comenzaría hacerse más visible durante el gobierno militar en donde, sumado al trato dado por la naciente república, se estableció entre otras cosas, la liberalización y privatización del territorio mapuche y una serie de leyes que plasmaban la igualdad ciudadana.

Mediante el decreto ley N° 2568 se desarrollo una política agresiva en contra del movimiento mapuche para erradicar la “marginalidad” del pueblo originario, leyes como: Antiterrorista, seguridad interior del estado y la creación de inteligencia militar, que más adelante se consolidaría con la “operación paciencia” se perseguiría política y jurídicamente al movimiento mapuche.

La visión económica del país da paso a la subvención por parte del gobierno militar a la industria maderera y sus plantaciones forestales en la araucania (1974) y más adelante, en democracia, a la construcción de represas hidroeléctricas en territorios mapuche (Ralco),

El trato hacia los indígenas cambiaría poco de vuelta a la democracia en Chile, “las leyes represivas se mantuvieron y las políticas económicas también, a mi juicio” dice Héctor Aillapán dirigente del centro cultural mapuche We Liwen, considerando como uno de los puntos centrales del conflicto las políticas económicas del estado chileno.

“Una pequeña caricia” se les daría a los indígenas cuando se crea la CONADI, ya que por primera ves en la historia de la republica de Chile se hace mención positiva a los indígenas, considerándolos como “entidades cultural e históricamente diferenciadas” en la ley N° 19.253, se establece el desarrollo indígena en la sociedad chilena.

Como consecuencia de la creación de una política pública hacia los indígenas se da inicio a la adopción de convenios y acuerdos internacionales en esta materia, que encaminan un reconocimiento hacia los pueblos originarios: “Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas”, “Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas” de la OEA y el “Convenio Nº 169 de la OIT”.

El guía y encargado de ejecutar estos convenios como ley es la CONADI, quien colabora con el sector público y privado para hacer efectivos estos acuerdos internacionales, en especial el convenio 169 OIT, que establece una discriminación positiva hacia el indígena y un reconocimiento político.

CONADI busca transformación del mapuche en capitalista.

El punto que caracteriza la visión del estado chileno, mediante la institucionalidad encargada (CONADI), es su constante iniciativa “integracionista” hacia los pueblos originarios, integración hacia la sociedad chilena capitalista por parte de éste,y no se plantea por parte del estado chileno un reconocimiento como pueblo autónomo, ni se reconocen las autoridades de las comunidades mapuche. Esto se entiende desde la mirada única del estado-nación Chileno.

Importante es mencionar (por lo dicho en el párrafo anterior) que el otorgamiento de tierras que lleva a cavo la CONADI no va más allá del 10 % de las “tierras ancestrales” exigidas por los movimientos reivindicativos mapuches.

Esta visión “integracionista” se evidencia a través del accionar de la CONADI, la cual otorga fondos para el subsidio de tierras y desarrollo económico de éstas por parte de
los mapuches, dando paso al emprendimiento, pilar fundamental del desarrollo estratégico (entre otros: educación, información y difusión cultural) de esta institución,

Integrando al mapuche a la sociedad desde una mirada capitalista y “favoreciendo económicamente ha un sector importante de los mapuche” (más de un tercio) que “ven en la integración un desarrollo como comunidad” orientado a lo económico y su calidad de vida, reflexiona Juan Gurrin, encargado del área de desarrollo de CONADI.


El gigante esta apunto de despertar.

En el pueblo mapuche, después de la derrota sufrida a manos del estado chileno en la “pacificación de la araucania”, se comenzó a “palpar” un sentimiento de autodeterminación y de un imposible reconocimiento a las políticas del estado moderno que pasaba por encima de cualquier institución indígena, dándole un nuevo trato a la tierra y cambiando su jurisdicción.


Esto fue entendido por un sector del pueblo mapuche como la posibilidad de ver extinto su pueblo, lo que más adelante seria el motor y pilar fundamental de las organizaciones mapuches reivindicativas que ven en la autodeterminación una forma de mantener vivo su pueblo.

Este “motor identitario” despertó en el pueblo mapuche un gigante que dormía desde la guerra de Arauco en el siglo XVI, gigante que lucha por la sobrevivencia del pueblo mapuche y su identidad cultural.

Es así que salen a la luz las comunidades y organizaciones mapuches que exigen al estado chileno sus “tierras ancestrales”, su derecho propio y jurisdiccional como pueblo en su territorio, el reconocimiento como una nación mapuche distinta a la sociedad chilena.Exigencias que han mantenido a lo largo de su historia como pueblo en su constante relación con otras culturas y sociedades.

Si bien es cierto que el movimiento mapuche reivindicativo no es consolidado como uno solo, es decir, existen varias organizaciones con visiones, formas de accionar, influencias y posturas distintas, como ejemplo: Coordinadora Arauco-Malleco, alianza territorial mapuche, consejo de todas las tierras, entre otras.

Lo que exigen es un solo petitorio: el reconocimiento del estado chileno hacia la autodeterminación de la nación mapuche, y las características políticas y participativas que ésta consideración trae consigo.


El porqué de la autodeterminación.

Entre otras cosas, las políticas públicas en materia económica y “el desarrollo de la sociedad chilena capitalista dañan un pilar fundamental de la sociedad mapuche” entendida en comunidades que “viven de y con la tierra “, asegura Aillapán.

El “choque” se produce entre la visión moderna del “recurso natural” para el desarrollo, y la visión mapuche en la cual se consideran “hijos de esta tierra”, protegiendo la tierra mediante un uso preservado de esta.

La materialización del “choque” viene cuando se llevan a cavo, por una parte, la ley ambiental, cuyo principio es “el que contamina paga “y no derechamente evitar la contaminación, esto responde al “modelo desarrollista chileno”, considera el antropólogo Roberto Morales.

Y por el otro lado las grandes empresas transnacionales forestales (entre otras) en los “territorios ancestrales mapuche” u otra gran empresa como Celco que mediante sus ductos al mar contaminan una de las cosas “más preciadas” para el pueblo mapuche, dice Héctor Aillapán “el agua es vida”.


Otro punto importante en que coinciden Héctor Aillapán y Roberto morales, es la nula participación política que el mapuche tiene como entidad distinta, el nulo reconocimiento de sus lonkos, e instituciones. Es una “razón explicita que alimenta el deseo de autodeterminación” piensa Aillapán.


El mal llamado “conflicto Mapuche”

Este conflicto es un conflicto territorial e identitario, y se basa en una consistente diferencia de criterios y visiones del mundo por parte del estado chileno y las comunidades y organizaciones mapuche, diferencia que se refleja en las políticas publicas del estado (corriente de integración capitalista y desarrollista) y las exigencias de las organizaciones del movimiento mapuche ( corriente autonómica reivindicativa).

Desde un punto de vista antropológico y social el avance se representa en el reconocimiento constitucional de una nación multicultural y plurinacional, la cual no solo se enfocaría en visiones económicas capitalistas, sino que también reconocería aspectos culturales, ambientales y de derechos (entre otros).

Además de establecer diálogos participativos con las autoridades Mapuche, que no son reconocidas como interlocutores validos en este conflicto hasta el día de hoy, de esta forma establecer un programa en común que establezca un dialogo participativo entre instituciones reconocidas por mapuches y chilenos (entre otros pueblos, aimaras por ejemplo).


Bibliografía documentada:

-“Los mapuches y el neorracismo marxista”, Víctor Farias, www.todoschile.cl
-“Sociedad contra el estado”, Pierre Clastres (1974)
-“El retorno del manifiesto” Ana María Rocchirtti, Alicia Lodeserto (universidad nacional de río cuarto) 2003.
-Ley indígena 19.253
-“Territorio y existencia de la nación mapuche: ¿derechos políticos autonómicos?,” Augusto Samaniego Mesías, Universidad de Santiago, publicado 15 febrero 2004.
-“Movimiento político Mapuche: Factores de división y debilidad e ideas para el futuro”, Devon Kay Whitham, publicado 2006.
-“La estructura argumentativa de un tipo particular de discurso jurídico el caso de cuatro demandas de reivindicación territorial mapuche y la construcción de la identidad reivindicativa”, Universidad de la frontera, Carlos del valle.
-Resumen ejecutivo de convenio 169 OIT, Jorge Dandler, OIT-1996.
-“Conflicto Mapuche, el Chile de dos estados”. Gabriel Henríquez, Ballotage.
-“Permanencia y transformación del conflicto estado-mapuches en Chile”. Jorge Iván Vergara, Rolf Foerster, 2002.
-“El conflicto forestal de las empresas madereras en territorio mapuche y su poder factico en el estado chileno”, Mapuexpres - informativo mapuche.
-“perspectivas para la comprensión del conflicto mapuche”. Javier Lavanchy, centro de estudios Miguel Henríquez 1999.
-“Las contradicciones de la políticas indígenas del gobierno de Lagos”. José Alwyn Oyarzun. Publicado marzo 2006.
- “Tierra y territorio Mapuche: un análisis desde una mirada histórico jurídica” .José Alwyn Oyarzun. Marzo 2002.
-“Parlamento de Tapihue” ediciones Rahue - “Mitos y realidades en el tema indígena”. Instituto libertad y desarrollo, Ena Von Bear. 11 enero 2008.

Fuentes directas e indirectas:

- Roberto Morales, director escuela antropología UACH.

-Joel Gurrin, profesional unidad de desarrollo CONADI

-Cristian Gonzáles, profesor de historia y Cs. Sociales enseñanza media.

-Héctor Aillapán, dirigente del Hogar y Centro Cultural Mapuche WE LIWEN

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